Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

lunes, 5 de marzo de 2018

Jesús es Señor


San Pablo dice que «Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre» (Fil 2,11) y en el Credo, retomamos la idea cuando decimos: «Creo en Jesucristo, nuestro Señor». Pero nosotros sabemos que su señorío no es de este mundo.

Demasiado a menudo se presentan en nuestra vida personas que pretenden ser «señores», que nos miran desde arriba y se comportan como «señoritos». 

Los cristianos creemos en un «Señor» que nació en la pobreza de un establo, que ocupó voluntariamente el último lugar, que tuvo que emigrar a un país extranjero y ganarse el pan con el sudor de su frente, que conoció el hambre y la sed. 

Creemos en un rey que lavó los pies de sus discípulos, que no vino a ser servido, sino a servir, que entregó su vida por los pecadores y que es fuente de libertad. 

Creemos en un Señor que nos invita a vivir como él vivió, porque quiere compartir con nosotros su reino, que no tendrá fin, y no se puede llegar allí si no es siguiendo sus huellas, ya que solo el que ha venido del cielo sabe el camino de regreso. 

Aunque no siempre lo consigamos y a veces se nos hace cuesta arriba, queremos seguir sus enseñanzas, queremos ser sus discípulos, queremos que él sea siempre nuestro único «Señor».

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