Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Las vidrieras de la catedral de León


La catedral de León, con sus 737 vidrieras y sus 1800 metros cuadrados acristalados es la más luminosa y colorida de las catedrales medievales.

Los artistas antiguos no firmaban sus obras, pero sabemos los nombres de algunos de los maestros vidrieros de León porque se conservan contratos y cartas de pago por sus trabajos: Domingo (1214), Juan (1224-1230), Isidoro (1231), Adam y Fernand
Arnold (1263), Pedro Guillermo (1264-1279) y Johan Pérez (1281). También hay vidrieras de los siglos siguientes.

Las vidrieras más cercanas al suelo recogen una variada decoración vegetal, así como escenas de vida cotidiana, alegorías de vicios y virtudes, representaciones de tareas agrícolas, ganaderas y artesanales y alegorías de las ciencias de la época: el trivium (la gramática, la dialéctica y la retórica) y el cuadrivium (la aritmética, la geometría, la astronomía y la música). Es el mundo habitado por los hombres, la vida vegetal, animal y humana que han sido introducidas en el templo para que el Señor la santifique.

Una segunda fila de vidrieras colocadas en el triforio representa escudos de nobles, eclesiásticos e instituciones, perpetuando la memoria de las personas y familias que contribuyeron a la realización de tan gran obra.

Las grandes vidrieras de la parte superior recogen escenas bíblicas y vidas de santos, resumiendo la historia de la salvación y permitiéndonos pregustar algo de la hermosura de la Jerusalén celestial.

Las vidrieras del presbiterio, que está situado al este (el Oriente), el lugar de donde sale el sol, por lo que son las primeras iluminadas al amanecer, representan el árbol de Jesé, con los antepasados de Jesucristo, que es el sol que nace de lo alto y viene para iluminar a los que yacen en tinieblas y en sombra de muerte.

Las vidrieras que dan al norte recogen escenas y personajes del Antiguo Testamento, y están realizadas en colores fríos, predominando los tonos verdes, azules y violetas. De hecho, el sol nunca las ilumina directamente. Por eso recogen las escenas bíblicas anteriores al nacimiento de Cristo, con los personajes que esperan y desean la luz del sol, aunque no pudieron gozar de él, ya que vivieron antes de su llegada.

Las vidrieras que dan al sur, iluminadas durante toda la jornada, recogen escenas del Nuevo Testamento y vidas de santos, y están realizadas en colores cálidos, principalmente rojos y amarillos. La luz del sol (que representa a Cristo) las embiste directamente (especialmente a mediodía) y reflejan una multitud de colores en los suelos y paredes del templo.

Las vidrieras del oeste (el Poniente), por donde el sol se esconde, recogen los últimos rayos del sol antes de ocultarse, y representan el fin del día y de la vida terrena, el juicio final y la esperanza de la vida eterna.

Veamos una selección de fotografías para apreciar la belleza de esta catedral tan singular.









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