Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

martes, 20 de junio de 2017

Recordando Jerusalén


"¡Qué deseables son tus moradas, Señor omnipotente! Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor... Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa, y prefiero el umbral de la casa de Dios a vivir con los malvados" (Salmo 84).

Para los judíos y para los cristianos, el deseo de volver a Jerusalén está siempre presente. Sabemos que estamos en camino hacia la Jerusalén celestial, de la que la Jerusalén terrenal es solo anuncio y promesa. De una manera o de otra, todos podemos decir con el salmista que hemos nacido allí (salmo 87) y que nos da alegría cuando nos ponemos en camino hacia ella y todavía más cuando pisamos sus atrios (salmo 122).

Hoy quiero recordar mi última visita a la ciudad santa, acompañado por 52 bellísimas personas provenientes de España, Italia, Holanda, Francia, Nicaragua, El Salvador y Estados Unidos. Arriba se nos ve en el autobús, llegando al monte Escopus, desde el que tuvimos la primera vista sobre la ciudad. 

No podemos ni queremos olvidar esa ciudad única en el mundo, donde se juntan la historia, el arte, la espiritualidad, la cultura, las esperanzas y los odios, la convivencia y los enfrentamientos... todo lo humano y lo divino. "Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha..." (Salmo 137).

Hemos caminado (mucho), descansado (poco) orado, cantado, bailado, llorado y reído juntos en cada rincón de la ciudad. Algunos también han comprado recuerdos y cachivaches casi en cada puesto y tienda. ¡Varios de mis acompañantes eran shopping monsters! Veamos algunas fotos:


Jerusalén está construida entre montañas, por lo que hay muchas cuestas que subir. A nuestra espalda queda el monte de los Olivos y nos dirigimos hacia la puerta de los leones.


También hay muchas escaleras que bajar. Como es natural, el autobús no puede entrar por el centro, por lo que hay que desplazarse a pie.


Callejeando entre bazares y callejuelas. Aquí junto a la sede del patriarcado ruso, cerca del Santo Sepulcro.


Hay que escuchar atentos las explicaciones y participar de lleno en las celebraciones para vivir hondamente la experiencia. aquí nos encontramos en la iglesia de san Pedro in Gallicantu, construida sobre la casa del sumo sacerdote en la que Jesús fue juzgado y condenado.


Orando en la basílica de Getsemaní, en el huerto de los olivos.


El vía crucis siempre es un momento de intensas emociones, avanzando por la vía dolorosa desde el pretorio hasta el santo sepulcro.


Las puertas de la ciudad antigua siempre están llenas de gente que entra y sale, que sube y baja. Este año hemos encontrado más peregrinos que nunca, de toda raza, lengua, pueblo y nación.


Para reponer fuerzas están esos tremendos buffets, llenos de platos suculentos. Aquí pueden ver la zona de las ensaladas.


Hay también dulces de todos los colores, sabores y texturas, lo que hace que recuperemos rápidamente las calorías que hemos quemado en las caminatas por la ciudad.

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