Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

viernes, 17 de junio de 2022

Corpus Christi: La eucaristía es acción de gracias y es memorial del amor de Dios


El día del Corpus Christi (fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo) conmemoramos el amor de Jesús, que le llevó a estregarse por nosotros y a regalarnos su presencia en el sacramento de la eucaristía. En algunos lugares se sigue celebrando el jueves posterior al domingo de la Santísima Trinidad, 60 días después de Pascua, pero en donde el jueves no es festivo, se traslada al domingo siguiente.

Recordemos que la primera eucaristía fue celebrada por Jesús en la última cena. Tal como dice san Pablo, él, «la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: “Esto es mi Cuerpo que se entrega por vosotros, haced esto en memoria mía”. Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: “Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía”» (1Cor 11,23-25).

Antes de morir, cuando sus enemigos se disponían a «entregarlo», Jesús «se entregó» por nosotros, plenamente consciente del significado de lo que hacía y de lo que iba a suceder después, y nos pidió que celebremos perpetuamente el memorial de su entrega.

El texto de san Pablo que acabamos de citar ofrece el testimonio más antiguo que conservamos sobre lo que sucedió en el cenáculo.

El apóstol lo escribió hacia el año 55 y afirma que sus enseñanzas no son invento de nadie, sino que proceden directamente del Señor: «Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido» (1Cor 11,23).

San Pablo tiene claro que los actos y las palabras de Jesús en la última cena están en el origen de la eucaristía que celebra la Iglesia.

En las palabras de Jesús se manifiesta que su muerte no es un fatal accidente, sino una entrega voluntaria. En la última cena, Jesús anticipó sacramentalmente el sacrifico de la cruz.

El mandamiento de seguir realizando su mismo gesto en memoria suya, manifiesta su deseo de que los creyentes futuros participáramos también de los frutos de su entrega.

La eucaristía es memorial de la «entrega» de Cristo, anticipada sacramentalmente en la última cena, llevada a cumplimiento en la cruz y que manifiesta su sentido último en la resurrección. Esta es su primera característica: recordamos y actualizamos unos acontecimientos de la vida de Jesús: la última cena, su muerte y resurrección.

Al mismo tiempo, en la eucaristía damos gracias a Dios Padre, por Cristo, en el Espíritu. Damos gracias al Padre, que nos regala a Jesús. Damos gracias a Jesús por el don de sí mismo. Damos gracias al Espíritu santo, que desciende sobre el pan y el vino para que Jesús se haga presente en ellos. Esta es su segunda característica.

La eucaristía es memorial del amor de Dios y es acción de gracias. Son las dos caras de una sola moneda. A una persona que nos ha hecho un gran beneficio le estamos agradecidos. La eucaristía es recuerdo agradecido del que nos salvó la vida.

En la eucaristía recordamos y celebramos con agradecimiento la muerte y resurrección del Señor, el sacrificio por el cual se nos perdonan los pecados.

Dios quiera que nunca olvidemos el amor de Jesús, que le llevó a entregarse a la muerte por nosotros y que nunca nos cansemos de darle gracias por tan maravilloso regalo.

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