Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

domingo, 5 de marzo de 2023

Basílica de la Transfiguración en el Monte Tabor. Fotos


Los evangelios indican que Jesús se transfiguró en un monte alto, al iniciar su viaje desde Galilea a Jerusalén. La tradición ha identificado ese lugar con el Monte Tabor ("Har Tavor" en hebreo), que se encuentra a 17 km de Nazaret y también a 17 km del lago de Genesaret, formando un triángulo entre las tres localizaciones. Se eleva 450 metros sobre el nivel de la llanura y 588 metros sobre el nivel del mar.

Se eleva solitario en el fértil valle de Yezrael. Desde allí se pueden ver las montañas de Gilboá al este, las montañas del Carmelo al oeste y los altos del Golán al norte. Es el lugar en el que Débora mató a Sísara, que quería exterminar a Israel (Jc 4).

Los jóvenes de los kibutzim de la zona tienen la costumbre de subir a pie las noches de primavera para ver amanecer desde la cima, lo que es un espectáculo impresionante.

Se accede al recinto por la llamada "puerta del viento" ("Bab el-Hawa" en árabe), que era el acceso a la fortaleza musulmana del siglo XIII. A partir de allí, una avenida de cipreses conduce hasta el convento de los franciscanos y la basílica.

En su cima se encuentra la basílica de la transfiguración, construida entre 1921 y 1924 por Antonio Barluzzi sobre restos de iglesias y monasterios varias veces edificados, destruidos y vueltos a levantar desde el siglo IV en adelante. Es la primera obra que este gran arquitecto realizó en Tierra Santa. Gustó tanto que el resto de su vida la pasó construyendo nuevos santuarios para los franciscanos.

Por detrás de la basílica se puede ver el hermoso ábside, en estilo neorrománico, y los restos de edificios de época cananea, romana, bizantina, cruzada medieval, musulmana...

Contemplando estas fotografías del santuario de la transfiguración nos animamos a caminar con Cristo, a subir con él a la montaña, a llenarnos de su gloria, a unirnos más íntimamente a él, a bendecirlo y darle gracia por las maravillas de la naturaleza y por las maravillas del arte humano, que manifiestan la capacidad que Dios nos ha dado de transcendernos en lo verdadero, lo bueno y lo hermoso.

Vista aérea de la empinada carretera que sube a la cima del monte. Una compañía de taxis sube a los peregrinos en furgonetas, ya que los autobuses no caben en la carretera.

Al entrar en el templo se aprecian tres naves. Desde las naves laterales hay escalinatas para acceder al altar mayor, que está sobreelevado sobre la cripta.

En el ábside del presbiterio, un hermoso mosaico representa a Jesús entre Moisés y Elías (que son imagen de la ley y los profetas), y los discípulos Pedro, Santiago y Juan a los lados. Los grandes ventanales laterales y el fondo dorado otorgan una especial luminosidad al mosaico, que deslumbra en las horas centrales del día.

La cripta debajo del altar mayor, con preciosos mosaicos, que representan cuatro "epifanías" o manifestaciones de Jesús en la carne: nacimiento, institución de la eucaristía, crucifixión y resurrección.

Detrás del altar de la cripta hay una gran vidriera, que representa a dos pavos reales. Estos animales están muy presentes en el arte paleocristiano y medieval, representando la esperanza de la resurrección y la gloria futura del paraíso.

Capilla lateral dedicada a la Virgen María en el ábside de la nave izquierda. Madre de Jesús y madre nuestra, ruega por nosotros.

Capilla lateral dedicada a san Francisco de Asís en el ábside de la nave derecha. Seráfico padre Francisco, ruega por nosotros.

Capilla de Moisés, a los pies de la iglesia, bajo una de las torres. Según la tradición, él dio la ley a Israel y es el autor de los libros del Pentateuco. Su presencia en el Tabor da testimonio en favor de Jesús, que viene a llevar a plenitud la antigua alianza.

Capilla del profeta Elías, bajo la otra torre. Él es el más grande de los profetas del Antiguo Testamento, que anunciaban la llegada del Mesías. Además, en la tradición judía, él tiene que venir al final de los tiempos para preparar la definitiva manifestación del Señor.

Espero que en la peregrinación del próximo año podamos visitar este lugar y celebrar allí la misa, renovando nuestro deseo de ser transfigurados con Cristo y de participar un día de su gloria.

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