Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

lunes, 8 de junio de 2015

significado del pan de la eucaristía


Ayer comenzamos a hablar del uso del pan en el ofertorio de la misa y veíamos que en él se unen armónicamente la obra de Dios y la del hombre. Al ofrecérselo a Dios, le devolvemos lo que recibimos de él y lo unimos a nuestros trabajos y a nuestras esperanzas. Sigamos profundizando en este argumento.

En la última cena, Jesús consagró el pan y el vino. En la cena pascual se utilizaban otros alimentos (verduras amargas, cordero, dulces...), pero Jesús solo tomó el pan y el vino para darles un sentido nuevo, muy concreto. Estos son los dones que la Iglesia presenta sobre el altar, en fidelidad a su Señor, que nos mandó: «Haced esto en conmemoración mía». En el pan y en el vino consagrados, se hace presente Jesús resucitado para ser nuestro alimento y compañero de camino.

¿Por qué eligió Jesús pan y vino para darnos su Cuerpo y su Sangre? 

El pan de trigo es el alimento fundamental en la cuenca mediterránea. El más barato, el más abundante y el más necesario. 

Si Jesús hubiera vivido en América, posiblemente habría utilizado las tortillas de maíz. Si hubiera vivido en África, habría usado la masa de mijo (cereal parecido al alpiste). Si hubiera vivido en Asia habría utilizado el arroz. 

En todas las culturas hay algún cereal que se utiliza como alimento básico de la población: fácil de cultivar y de preparar, rico en hidratos de carbono, altamente digestivo. 

Jesús vivió en Israel y su alimento básico era el pan de trigo; y este es el que usó en la última cena y el que eligió para darnos su propio Cuerpo como alimento. 

Desde tiempos remotos el pan se convirtió en símbolo de lo necesario para vivir: Dios dijo a Adán: «te ganarás el pan con el sudor de tu frente» (Gen 3,19). 

El pan se refiere a lo necesario: alimento, vestido, alojamiento, educación de la prole... El pan no es lo refinado ni lo exótico ni lo caro, sino lo simple y accesible. 

Cuando está tasado, aprieta la necesidad; cuando falta, sobreviene el hambre: «El hambre apretó en la ciudad, porque no había pan para la población» (Jer 52,6). Cuando abunda, por el contrario, es signo de prosperidad.

El pan es humilde y sencillo, se puede comparar con la prosa de cada día, con lo ordinario, lo cotidiano. Allí se hace presente Jesús.

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