Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

miércoles, 29 de diciembre de 2021

Tiempo cósmico, tiempo humano, tiempo sagrado


Pronto concluirá el año civil, por lo que este es un buen momento para reflexionar sobre el paso del tiempo y su significado.

Desde antiguo, los seres humanos observaron que los ciclos naturales dependían de los astros. Del estudio de sus movimientos, surgieron los instrumentos que permitieron la medición del tiempo (calendarios y relojes). De esta manera, nuestros antepasados transformaron el tiempo cósmico (el sucederse de las horas, los días y las estaciones) en tiempo humano, al distinguir unos días de otros, ya que algunas actividades (como la siembra, la recolección o la tala de ciertos árboles) no se podían realizar en cualquier momento si se quería tener éxito.

El libro del Génesis presenta la creación de los astros el día cuarto, «para señalar los días» (Gén 1,14); es decir, para humanizar el tiempo. Otros textos bíblicos insisten en el mismo argumento: «Tú hiciste la luna para marcar los tiempos» (Sal 104 [103],19).

Los griegos llamaron «Cronos» al imparable sucederse del tiempo cósmico y «Kairós» al tiempo oportuno para realizar una actividad concreta.

En la mitología griega, «Cronos» fue el más importante de los «titanes», que fueron los hijos de «Gea» (la tierra) y «Urano», (el cielo). «Cronos» derrotó a su padre y gobernó sobre el universo durante la llamada «edad dorada». Su madre le dijo que un hijo suyo le destronaría, como él había destronado a su padre. Por eso, a medida que iban naciendo, se los comía. En cierto momento, se salvó Zeus, que efectivamente terminó derrotándolo y reinando sobre los dioses.

«Cronos» es la imagen del tiempo que corre implacable y va acabando con nosotros, como un monstruo que nos devora.

Los romanos llamaron «Saturno» a «Cronos». Por eso, la pintura de arriba se titula «Saturno devorando a un hijo» y fue pintada por Goya hacia 1820. Representa lo que hemos dicho más arriba.

Pero hay otra manera de nombrar el tiempo. Si «Cronos» es el tiempo cósmico que avanza sin cesar y nos devora, «Kairós» es el tiempo oportuno para realizar algo.

La Sagrada Escritura considera que la sabiduría consiste en distinguir cuándo es el tiempo adecuado para cada actividad: «Todo tiene su momento y cada cosa su tiempo bajo el cielo: tiempo de nacer y tiempo de morir, tiempo de arrancar y tiempo de plantar» (Ecl 3,1ss).

Desde que el Hijo de Dios se hizo hombre y entró en nuestra historia, todo el tiempo es un «Kairós», un tiempo de gracia en el que la salvación de Dios se hace presente para nosotros.

Me he puesto muy filosófico, pero lo único que pretendía es recordar que el tiempo no es un monstruo que acaba con nosotros, sino una oportunidad de gracia y salvación. Es verdad que cada año somos un poco más ancianos y que perdemos capacidades, pero también es verdad que el Señor Jesús quiere ofrecernos su salvación aquí y ahora, independientemente de las circunstancias concretas que nos toquen vivir en cada momento. O precisamente en ellas y a través de ellas.

Un himno de la liturgia de las horas reza así: «Señor de los minutos, / intensa compañía. / Gracias por los instantes / que lo eterno nos hilan». Deseo a todos mis lectores que el nuevo año sea un tiempo de gracia que nos abra a la eternidad.

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