Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

martes, 10 de octubre de 2023

Oración para ser simple, de Francis Jammes


Francis Jammes (1868-1938) fue un poeta, novelista y dramaturgo francés, que triunfó en todos los campos de la literatura. Su poesía es sencilla y profunda, de una belleza simple y auténtica. En sus poemas habla de las cosas más cotidianas, en las que invita a descubrir una belleza que deslumbra a quienes saben mirar con ojos sencillos y limpios.

Así hablaba de él la Gaceta literaria: «En Francis Jammes todo es tierno, todo es conmovedor, todo es sensible, de buena sensibilidad. No existe nunca la ficción. Hoy, el poeta es bien conocido, devotamente leído en Francia y fuera de Francia. Ha visto elevarse las pequeñas y simples cosas por él contadas, y llegar a todos los corazones, y abrir todas las puertas difíciles de franquear».

Marcel Proust lo admiraba, Rainer M. Rilke le consideraba el más grande de los poetas de su época, Albert Flory decía que Jammes era un poeta inimitable en su emoción naif y su color local. Fue propuesto como miembro de la "Academia francesa". 

Todo cambió cuando se convirtió al catolicismo el año 1905 y se le cerraron la mayoría de las puertas que hasta entonces se le abrían de par en par. Pero él siguió firme en la fe hasta el final.

Sus poemas son una suerte de «contemplación», de mirada atenta a la realidad para ver más allá de las apariencias y saber descubrir la belleza en lo ordinario, la presencia de Dios es lo más cotidiano.

Aquí recojo su «oración para ser simple». Algo muy necesario en nuestros días tan complicados:

Las mariposas se dejan llevar por cualquier viento,
como los pétalos de flores que te arrojan
los tiernos niños durante las procesiones.
Mi Dios, es la mañana, y la oración temprana
asciende hacia ti entre mariposas floridas,
cantos de gallo y golpes de los picapedreros.

Bajo los plátanos y las palmas brillantes,
en este mes de julio en que la tierra se agrieta,
se escuchan, sin verlas, las cigarras chirriantes
que cantan sin descanso a tu Omnipotencia.

El mirlo inquieto, desde los oscuros arbustos junto a las aguas
intenta prolongar su silbo, pero en vano.
Ignora qué lo aburre. Se posa y de repente 
toma vuelo a ras de tierra, en línea recta
como si fuera un rayo, y luego se pierde por completo.

Mi Dios, muy dulcemente, de nuevo hoy reinicia
la vida, como ayer y como tantas veces.
Como las mariposas, como los proletarios,
Como las cigarras que tienen hambre de sol
y los mirlos inquietos entre el follaje,
otórgame, oh mi Dios, continuar la vida
de la forma más simple que sea posible.

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