Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

viernes, 6 de mayo de 2022

El Pastorcico de san Juan de la Cruz


San Juan de la Cruz tiene un bellísimo poema titulado "El Pastorcico", que habla de Jesús Buen Pastor.

En esta poesía, Jesucristo es presentado como un gran rey, que se enamora de una pequeña pastora (tú, yo, cada ser humano). Por amor a ella, deja su patria, sus riquezas, sus seguridades, y se hace él mismo un pobre pastor, como ella, para compartir su vida y enamorarla. 

Ella le manifiesta su amor y se desposan, pero la pastora no termina de ser fiel. Una y otra vez regresa a sus antiguos amores. El pastor no la fuerza a quedarse con él, ya que respeta su libertad y, si no hay libertad, tampoco hay amor verdadero.

Este es un tema desarrollado por los profetas bíblicos, a partir de Oseas, que presentan a Dios como un esposo paciente y fiel y a su pueblo como una esposa que lo abandona y traiciona. Él sufre en silencio, porque no puede dejar de amar a esa esposa ingrata.

También aparecen estas ideas en muchos poemas de amor antiguos. De hecho, este poema es recreación de otro poema anterior, que cantaba el amor entre un pastor y su amada, aunque san Juan de la Cruz lo vuelve "a lo divino".

Al pastor no le importan las penas que le causa el amor: la pobreza, las incomodidades, los sufrimientos o la misma muerte. Sus verdaderos sufrimientos son provocados por el rechazo de aquella que tanto ama. 

Sin dejar de pensar en ella, se deja morir de amor. Por eso extiende sus brazos en el árbol de la cruz, entregando voluntariamente su vida por su amada. 

Que este texto nos haga reflexionar y suscite en nosotros amor y agradecimiento hacia el Pastor que nos ama “hasta el extremo” (Jn 13,1). 

Un Pastorcico, solo, está penado
ajeno de placer y de contento,
y en su pastora ha puesto el pensamiento,
el pecho, del amor, muy lastimado.

No llora por haberle amor llagado,
que no le pena verse así afligido
-aunque en el corazón está herido-
más llora por pensar que está olvidado.

Que solo de pensar que está olvidado
de su bella pastora, con gran pena
se deja maltratar en tierra ajena,
el pecho del amor muy lastimado.

Y dice el Pastorcico: "¡Ay, desdichado
de aquel que de mi amor ha hecho ausencia
y no quiere gozar la mi presencia!"
Y el pecho, por su amor, muy lastimado.

Y a cabo de un gran rato se ha encumbrado
sobre un árbol, do abrió sus brazos bellos,
y muerto se ha quedado, asido dellos,
el pecho, del amor, muy lastimado.

Otras veces he recogido este poema cantado por distintos intérpretes. La preciosa representación que acompaña esta entrada se encuentra en el convento de los carmelitas descalzos de Salamanca.

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